Hace ya más de un año que mi novia me regalo “Mi primer kit de robótica”, un producto de la española BQ. Los muchos artículos que he leído a lo largo del año sobre la importancia de la programación en la educación, la aparición de esta materia como asignatura en varios países de la UE (incluso en Madrid), y el tener tiempo este verano, han sido los empujones necesarios para desembalar mi regalo y ponerme manos a la obra.
ACTUALIZACIÓN 19:03: Bq ha presentado esta mañana la segunda versión de Bitbloq. Enlaces y capturas actualizadas.
El kit se basa en una placa base Arduino (si no sabes que es, los compañeros de xátaka tienen un artículo muy interesante) y en un conjunto de sensores y servos. Esta placa y sensores pueden montarse directamente sobre el escritorio para experimentar, comprar las piezas para construir un robot como printbot, o incluso descargar las piezas para imprimirlas con una impresora 3d. El montaje es muy sencillo y permite, entre otros, trabajar la psicomotricidad fina.
Y por fin llega la parte más interesante, la programación. Esta tarea ardua y complicada para personas no expertas como los niños, o yo mismo, se muestra extremadamente sencilla gracias al lenguaje Scratch (aquí podeis jugar un poco con este lenguaje educativo y programar una historia o un juego) y a la aplicación web Bitbloq 2. Como podéis ver en la imagen inferior, darles las instrucciones a la placa para que nuestro robot haga lo que queremos se convierte en un juego de unir piezas. Una vez que pierdes los primeros minutos y empiezas a comprobar cómo funciona, descubres un mundo infinito. Para no perderse demasiado recomiendo este tutorial de Diwo, y para niños estos videos del mismo grupo.
Yo acabé desviándome de las instrucciones: aún no he hecho andar a mi robot, pero he conseguido que cuando la cantidad de luz de mi cuarto baja de X un led verde parpadee y una rueda gire. Las posibilidades son infinitas, y sin duda es una herramienta única para trabajar el pensamiento lógico-matemático como si de un juego se tratara. Sin duda una experiencia ampliamente recomendable y, coincidiendo con otras muchas voces, debería formar parte del sistema educativo.